Los hornos están compuestos por una estructura metálica que sostiene una cámara de cocción construida por fibras cerámicas de alta estabilidad térmica y aislamiento. En el interior hay resistencias por donde pasa la corriente eléctrica generando calor.
Todos los hornos son diferentes ya sea por el programador, cantidad y altura de resistencias, tensión eléctrica.
Antes de comprar un horno hay que tener en cuenta la cantidad de energía que consume y si la instalación eléctrica existente es la aconsejable, como también colocar una llave térmica y disyuntor.
Cada horno tiene sus especificaciones técnicas, se debe elegir el que se adecue a tus inquietudes artísticas, es posible arruinar un magnifico proyecto con una horneada mal realizada.
Denominamos "de cofre" de apertura superior. Están construidos en su mayoría con manta de fibra cerámica, por tal razón hay que tener precaución en su manipulación cuando se realiza la carga y la descarga.
Tienen menor capacidad para mantener el calor, permitiendo calentamientos y enfriamientos más rápidos y son beneficiosos para el proceso de horneado de vidrio ya que contribuye al brillo de las piezas. Se recomienda comprar un horno con programador para facilitar el ciclo de horneado de los trabajos y poder controlar la relación grados por minuto, necesario para el horneado de cada pieza.
Llegan hasta 900º de temperatura.
Los hornos que se utilizan para vitrofusión y termomoldeado, por lo general son bajos en su profundidad (generalmente de 16 a 25cm.). Poseen las resistencias en la parte superior del horno lo que permite que el vidrio reciba el calor de forma pareja en toda la superficie del horno y no haya diferencias de temperatura ni roturas por choque térmico.
Denominados de carga o apertura frontal, están construidos con ladrillos refractarios y poseen resistencias en las paredes y piso del horno. Se pueden cargar piezas en varios niveles o estantes con placas de cordierita y pilares, éstos soportan la temperatura y el peso de las piezas.
Llegan hasta 1100º de temperatura.
El ascenso y descenso de temperatura es lento, debido a los ladrillos refractarios que tardan en calentarse y enfriarse, esto favorece el horneado tanto de bizcocho cerámico, en la pérdida de agua como en los esmaltes dando, dando más estabilidad y evitando craquelados.
No ayuda al vidrio en su re-acomodamiento superficial por el excesivo mantenimiento del calor en los ladrillos produciendo desvitrificación. También puede producir roturas por coche térmico al calentar el vidrio de manera despareja.
Profesora María Eva Kolovcevic para Mundo de Ideas - edición impresa nº3
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